Pobre niña triste, hace mucho que no ve el sol, las nubes se mueven y ellas las sigue. Cazadora de tristezas, buscadora de depresiones. Nadie ha podido ayudar, de que sirve si ella no quiere sonreír.
Perdió la ilusión, murió la risa de la hermosura, llora el cielo por ella, la acompaña la noche reconfortándola. Mécela luna llena, dale un beso en la frente, seca sus ojos y déjala dormir. Las pesadillas que no se van, la calma lejana se ve de su mirada.
Día a día la visita a su tumba, la rosa blanca sobre la lápida y las lágrimas que riegan la tierra infértil. Hace ya años que él se fue y sola la dejo, ella joven y bella se rehúsa al nuevo amor, nadie más si no es él.
Y llorar, y llorar, y llorar, y llorar, nada más que llorar. Hasta entonces que ella sonrió, y la madre la enterró. Ahora se besan en otro limbo, donde no existe nada más.
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