martes, 30 de diciembre de 2008



Literexia

 

Me ensanchan los ojos y llenan de adrenalina,

La hiperactividad de las manos y aquella incertidumbre placentera,

Solas se trazan frente a mí, sin previa planeación,

Ya sin ellas ni pensar vivir,  porque me sanan,

Me alimentan, me mantienen loco, me dan cordura,

Que ironía,

Que desplante de magnificencia y perfección,

Aunque a veces la combinación no sea la mejor.

 

Me las pueden inyectar, o si quieren las inhalo,

No importa cómo, pero que entren en mí y me tomen,

Ocurrencias a media noche, esa posesión benévola,

Ya las sueño e imagino,

Las alucinaciones que deforman mi realidad,

Que vivo por que están, moriré si se van,

Me declaro adicto,

Un literadependiente empedernido y aceptado.

 

Conviertan mi mundo en historias combinadas,

Drama y tragedia que protagonizo gozoso,

Que firmen los testigos al plano alterno,

Y observen la descomposición del hoy,

Hospicio donde serán diosas y matriarcas de mis ojos,

Con vida propia se abultan en la lengua, los ojos y las uñas,

Eyacula mi organismo sobre el papel que las acoge,

Viviré sin ustedes sólo bajo tierra.

 

Su fiel admirador que al amanecer les reza,

Rosarios interminables por su eterna presencia,

Amárrenme a sus pies, la correa esta tras la puerta,

A donde quiera que vayan, invítenme,

Guardaré silencio, mudo seré,

Con ustedes no hacen falta los sonidos,

Las tatuaré a mi piel,

Debajo del cuello y entre los dedos






La zona rosa, la azul, la verde y la amarilla. Así dividió el corazón. Espacios con vacantes, otros simplemente censurados. Un espacio prohibido, el otro al cien permitido. Cruzó, además, dos clavos en el centro, amarrados con una tira de estambre negro, el luto. Mientras coloreaba un nuevo mundo en su imaginación, transcribía las palabras del rey de espadas, quién emitía nuevas leyes, órdenes y prohibiciones para los extranjeros. Medidas nuevas para detener al príncipe de lejos que ganaba seguidores a su paso. Lo apoyaban las efímeras, también las turquesas, parecía estar de su lado el cazador de letras, y ahora el caperuzo, que por inercia atrapaba las palabras del rey en el papel, dudaba del lado del que estaba. El poco apreciado por su trabajo obedecía sin cuestionar y se desempeñaba sin importarle los insultos de los monarcas.

Habría el paso a la zona verde, y dejó hablar a su corazón, que le guíe el sentimiento a tomar la mejor decisión. Los monarcas que aún se mantienen, el triángulo de prepotencia, o el nuevo que puede ofrecer mejoría, aunque podría, también, tratarse de una ilusión creada por los habitantes desesperados por cambio. 




martes, 23 de diciembre de 2008




 

Dulce tu alma corrupta, la melena risueña asesina,

La carne putrefacta de tus senos,

Bendito sea tu cuerpo.

 

Largas tus piernas crueles, esbelta cintura hipnotizante,

El punto perfecto del sexo,

Venga a nosotros el reino.





El rey ausente

 

Cantaba el cetro desde el armario alto, bailando en la tertulia de los abrigos. Las perlas, mientras tanto, paseaban por jardín de seda texturizado cual si fuere domingo cualquiera. El diamante, príncipe de encantos, como piedra esperaba a su dichosa enamorada, que días atrás cambiado lo había por el collar de esmeraldas, maravilla ciudad de luces y mares.

La corona nunca puesta en cabeza alguna, por generaciones guardada en cajón de suya habitación. El accesorio real, decepcionado envejecía a solas entre paredes de madera. Silencioso y correoso el tiempo hacía de las suyas sobre el amarillento metal precioso. La cabeza que alguna vez la portara, usaba ahora gorro de tierra y se escondía en cajita mortuoria.

Seguía la tertulia en el armario, donde también asistieron las gemelas zapatillas, la florcilla prendedor, y varios amigos de pasta dura y relleno de letras. La única ausente, su real majestad, la viuda del muertito. 





martes, 16 de diciembre de 2008



Se ve a lo lejos, pequeña, pequeñita.

Pero ahí está, se puede ver.

Observa bien, observa bien.

Distingue la forma, que bella silueta,

¿Ves los colores? Son tan brillantes.

Voltea, mírala,

Abre tus ojos,

Cierra la razón.

Ahí está.

Tan cerca ahora la felicidad.






Atrapa ese suspiro, el último que exhalará este corazón roto,

Si no lo haces volará muy lejos, no sé si volverá,

Confío lo reciba grato el cielo, pase directo por la puerta de oro,

Ahí donde San Pedro, junto al padre de alguien, lejos de mí.






Jugando a ser alguien,

Un príncipe de nunca jamás,

O un cabrón de las maravillas,

Cayendo del cielo,

Subiendo del infierno,

Bueno y malo,

De aquí y de allá,

Sin identidad,

Pero sabe quién es.



miércoles, 10 de diciembre de 2008




La respuesta de las Efímeras:


Se han molestado las damiselas de blanca tez, tras oír las instrucciones de los soberanos del país, ridículas prohibiciones para su amigo el extranjero. Sus ojos se tiñen ahora de un tono rojizo, ¿Sangre? Quizá, tal vez la propia o pudiera ser la que ven en el futuro derramada.

 Se han dejado crecer las uñas, armas mortales punzo cortantes, con ellas atravesarán la piel y clavarán los ojos, esos que sólo ven lo que les conviene, los que ven amenazas donde no las hay, falsos y mentirosos, mejor sacarlos y desecharlos.

 Las señales de advertencia han tirado, los límites de reinos han borrado, no hay fronteras para ellas, mucho menos propiedades, territorio de todos y ninguno, cuna y tumba de grandes y pequeños, la madre que acoge, sobre su vientre flotando las efímeras, justicia en sus manos, a devorar sus almas, condena dictaminada por los de arriba, ellas solo ejecutando.

 Que preparen murallas más altas los monarcas, y ni aún así podrán detenerlas, escalarán las paredes hasta alcanzar la corona, lo han visto y lo han dicho, ya viene el elegido en camino, pobre aquel que se atreva estorbar su paso, mejor arrepiéntanse y retráctense, denle la bienvenida o sufrirán las consecuencias.

 Dicha está la respuesta de las damas a las órdenes de los altos jerarcas, amenaza o advertencia, tomarlo como mejor convenga, más la consecuencia será la misma, pagarán si no dan marcha atrás, cuidarse las espaldas o les esperará el mismo destino que su rey de tréboles, mientras duermen, despiadadas y desalmadas, no lo verán venir, no importará la custodia de guardias frente a su puerta, pasarán sin ser vistas. 



martes, 9 de diciembre de 2008



“¿Llegó la hora?"

 

 

Sumido en el congojo incierto de un destino trazado,

Evitando enfrentar lo que dice la mano,

Pánico paralizador, los tendones se tensan,

El paso que no se da, al aire colgando de la rodilla,

Indeciso, duda frecuente que pinta los días,

Y lo repiten los astros, lo escupe el cosmos,

Aferrado a lo seguro, la tranquilidad que brinda al hogar,

Tristemente mueren los sueños en la punta de la pluma,

Esa que llora en negro por ser compartida en tiempo,

Protagonista de esta historia a color.

 

Partido en dos, uno aquel que carga un gran peso ajeno,

Otro, el que fantasea con sus propios anhelos,

Imposible fusión, repelen los polos a sus opuestos,

Burla del miedo, razón que no suelta los brazos,

Talento sin fundamento, ¿capricho ciego acaso?

 

Los pensamientos evocan al tino,

Se concentran muy lejos de lo mundano,

Material combustible de la creación,

Lo demandan los dedos, cambio de profesión,

Acto inmediato sólo así lograr la salvación del alma,

Pues ya duele la cabeza en esta guerra de dos caras.

 

Se supone escrito en las estrellas,

Entonces creo que soy analfabeta,

No lo he leído, pero escucho susurros en todo momento,

El llamado que aterra, honesto confieso mi miedo,

Tiemblan las piernas pensar en cambio tan drástico,

Posibilidad de completo fracaso,

Y en la otra mano de infelicidad,  ¿Qué pesará más?

Huele ya a viento del norte, que arrastra consigo los cambios.





"Seis grados de separación"

Se columpia con las venas

Que arrancó de su corazón,

Cuando aquel ingrato mal agradecido

La abandonó

 

Le lloró sangre,

Le entregó la piel,

Todas sus palabras le creyó,

Pobre ilusa

 

Ahora corta las muñecas,

Y le escribe una carta

Todo en blanco, solo un adiós,

Y la huella de sus labios.

 

Lo que ella nunca supo,

Es que su hombre murió,

Camino al anillo

A declararle su amor.

 

Ahora los separan las millas,

Uno en el cielo,

La otra en el infierno,

Solos sin comunión.




miércoles, 3 de diciembre de 2008


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Y a pesar de las lágrimas acumuladas en los ojos, yo sonreía.                    





“Un poco más”

 

 

Diademas de migajas que he coleccionado,

La uso orgulloso demostrando lo recolectado,

No me apena ser quien come de tus sobras,

Seguiré tras tus pies, tu maldición me ha atado.

 

Fuiste parte de mí, así serás un poco más,

Aún no se acaba el papel, y tinta tengo de sobra,

Si se acaba algún día, usaré lágrimas o sangre,

También podría ser la bilis de esta gastritis.

 

Me has dado malos ratos, buenos momentos,

Insomnio incontrolable, ansias de morder los dedos,

Pero es por ti por quien trazo estas líneas,

La que inspira mis creaciones sin sentido.

 

Serás las espinas que rodeen el corazón,

O la luz que ilumine los frascos de cristal,

Te doy espacio libre, entra de una vez,

Atraviesa las venas y recorre el cuerpo.

 

Cuando llegues a mi sexo, reprodúcete,

Y quédate siempre por ahí escondida.