lunes, 2 de julio de 2012




ME DUELE.


Que tristeza México, tú tan grande, y tu democracia tan pequeña. Me duele cuanto se han burlado de ti de manera descarada y flagrante, ignorando el bien común, importando únicamente el beneficio personal de aquellos que han tocado el poder. Violaciones descaradas a las leyes de instituciones que, contrarias a presentarnos un panorama de justicia, nos  demuestran, una vez más, su ceguera ante la manipulación de los ambiciosos incontrolables que, a todas luces, ignoran, de la manera más cínica, las necesidades primordiales de la gran mayoría, pues en esta selva, rige la ley del “chingo yo, te chingas tú”.

Me duele ver a un México cuya memoria se diluye cada seis años, se mezcla con la ingenuidad, y pone sus esperanzas, nuevamente, en las mismas figuras que le han demostrado, una tras otra vez, donde tienen puestos sus intereses, que no están, ni estarán, en el pueblo.

Me duele mi México necesitado que lanza un grito desesperado de auxilio, y es ahogado por sus propios hermanos que ya no recuerdan su historia. Un fanatismo político que obnula el juicio y eclipsa el maravilloso potencial de mi nación, donde las falsas esperanzas son alimentadas con limosnas y dádivas que escasamente durarán un pestañeo, justo lo que dura un sueño.

Me duele, y con herida en mano me levanto a reclamar el cumplimiento de las promesas hechas; a declarar que me mantendré firme y crítico ante mis gobernadores, exigiendo la búsqueda del bien común; y a pedirle a mis compatriotas que, con frente en alto, tengamos siempre presente nuestro derecho a demandar el mejor desempeño de quienes se asumen dirigentes de nuestro país. Porque somos tú, yo, él, ella, y cada uno de nosotros los que gobernamos, y son ellos los que deberán cuidarse, y que sea la historia la que les enseñe, que un pueblo harto y cansado se levantará para exigir lo que le corresponde.

Me duele, y me dueles mucho mi México. Tú tan grande, y tus gobernantes tan pequeños.