martes, 15 de junio de 2010




EL OTRO


Hay alguien más aquí, escondiéndose en la lógica de la ecuanimidad, aquella que se presenta más a tiempo que a destiempo. Y aquél, quien vive en la otredad, reflejo némesis de una casualidad, el punto donde divergieron las mentes y se divorciaron las almas.

Hoy soy el otro para aquél, y él la otredad para mí, en parelelo, equidades equidistantes, lejanamente extranjeras, pero tan familiares como los hijos de Zeus.

Las horas marcadas fueron el nacimiento y serán la muerte. El uno vive en la negación del otro, e inversamente proporcional al sentimiento que fluye frente al espejo. Antiquísimo enfrentamiento de caballeros, el blanco y el negro, pero más allá del perfil, la locura contra la cordura.

La paciente monotonía que desfigura el rostro de quien no se pone botas para correr sobre el asfalto. De día y de noche, huir del encarcelamiento de una puta libertad disfrazada de dama de sociedad, aquella que abre las piernas para ofrecerte su sexo, pero al llegar el turno sólo las abre para atraparte. Así el pobre que corre se cansa, y al llegar a su oasis, son sólo ilusiones. Pero ya no es sólo la otredad el cansado, su contraparte se mancha las manos de tinta equivocada, la que envenena las hojas. Ahora el espejo se ve sucio y ya no permite las turbulentas visiones.

La convergencia en planos cartesianos, fracciones rozando coincidencias.







“Incompartida”


Gorda de piel arisca, poros en la cara, de queso las curvas,

Mito legendario, mía y solo mía, te celo como demente,

Te encierro entre las cejas, no te atrevas a salir,

Te poseo, únicamente mía, no te comparto con ninguna otra mirada,

Amante indecoroso, violento pensar en que alguien más te admire,

Serás mi musa eterna, como siempre has sido, en cajita de cristal,

Ahí donde guardo los latidos y los rezos,

Querida mía, muy mía,

Que se erosionen los caminos, pisadas perdidas de vagabundos,

Tras las nubes te esconderé,

Y plantaré falsas imitaciones a lo largo de las calles,

Distracciones de los mezquinos, sus soles y sus tús.


Vente conmigo, tómame la mano, nadie más te quiere como yo,

Mira que te he dedicado miles de letras y hasta marcos en las paredes,

Colgué corbatas en el perchero, amarre deseos a tus pies,

Los susurré, los grité,

Los pegué en el firmamento para que los recogieras a tu paso,

Te dediqué cientos de nombres, te he bautizado y rebautizado,

Orquídea inmortal, pedazo de infinito,

Pero el mejor ha sido “mía” y solo mía.

No importan las historias ni testigos milenarios,

Me ha tocado esta vida para dedicarte mis respiros,

Llénate de ellos, crece esa barriga hermosa que muestras una vez al mes.




martes, 1 de junio de 2010






Narciso letrado


Narcisista de boca cerrada,

Elocuente consciente callando estupideces,

Vanidoso bajo la camisa de cordura,

Todos dentro somos sólo nosotros,

Egocentrismo pronunciado más no enmarcado,

Precavidamente encerrado en lo profundo,

Leernos enaltece el ego,

Mejora la imagen del espejo,

Más alta, quizá más delgada,

Deformada ante el ojo del orgullo propio,

Amémonos y odiémonos


Inspirado en palabras de Rosa Montero, la loca de la casa