jueves, 22 de julio de 2010




¿Será que faltan los puntos sobre las íes?


Tal vez el verano se adelantó ¿alcohol? Denme tres para llevar y las jeringas de suero pongan a remojar. Los veinte centavos en la ranura para ver el mundo color de rosa, pero se desgasta el aparato. Pasan los días, muertos a la fosa común, inertes siempre han sido, y contaminan mis caminos. Los venenos matan ratas, pero no pueden con la estupidez, maldita sea la hora de las concepciones sin sentido. He venido a parar sin rumbo, en posiciones inimaginables. Aprendo a ser lo que seré y lo que no he sido aún.

Al derramarse las horas, y al recuento de los trazos, he coleccionado historias y fijado metas lejanas. Amores a distancia que no culminan, otros más cercanos, finalmente la soledad. El intercambio de ideas, los retos intelectuales, manchas al corazón y besos en la piel. Encuentros del tercer tipo, la lucha por pinceladas más sueltas y colores más vivos. Cazador de talentos ajenos, y ladrón de orquídeas, plantando por ahí las locuras incomprendidas, buscando quizá un oído en el nosocomio, aunque al final la pared siga blanca.

Cansado de las cadenas de papel, viviendo el día de la marmota. Una y otra vez. Una y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. En lo sucesivo un etcétera. Me bañé de ocio y me casé con la postergación, tiempos malaventurados. Al desahogo le sobran letras, se las quité a la sopa. Ya no encuentro el agujero del conejo, por ahí debe seguir. ¿Dónde quedó Alicia? Me acosan los errores, las capas de mugre que no se lavan.

A tres pasos de la gloria, remotamente cercana, pero largos. Mudanzas y cambios, del rojo al azul y hormonas alteradas. Además ya no se pintan las nubes solas. ¿Qué más da si no hay ayeres? Hay ahoras y rituales antes de dormir.

Y sigo contando: los nudos del estómago, los caprichos invertebrados, mentes en blanco, escupir palabras, beber el elixir de la eterna juventud, morir y resucitar, morir y reencarnar, caer, dormir y soñar, cumplir deseos, besar sapos, viajes sin retorno planeado, conquistar espacios y amarrar palabras, el equilibrio espiritual, la no negación, aceptación a medias. Copas, platos, tazas de té, fiestas de perlas, y libros exquisitos. Mi Rayuela, mi juego inmortal. Partir el mundo en pedazos y devorarlo lentamente, la podredumbre que envenena los riñones. Luchar y seguir, detenerse, admirarse frente al espejo, admirarlos, negarlos, rechazarlos, hacerlos a un lado, traerlos de vuelta y volver a rechazarlos. Un minuto, muchos más, chocolate todavía, poco tiempo, el océano, y el amor de colores.



miércoles, 7 de julio de 2010





Noche de estrellas


Reencuentro de extraños que se conocen cada recoveco, pero en la distancia han decidido guardarlo bajo la alfombra, y justo entonces lo sacan todo, no lo pueden negar, los ojos no mienten. Una parte pretende seguir caminando, la otra ha hecho lo mismo, y en una noche de luna llena curan sus heridas con champaña sobre húmedos textiles, con un fondo de puntitos luminosos que asemejan una civilizada población.

Nadie entiende, pero ya no les importa, quizá querer limar asperezas les es suficiente por hoy, a los pies de la maqueta, luces fluorescentes azules, verdes y más tarde rojas. Muros blancos que no contienen almas pero guardas miradas. Ahí dejar el último aliento que se mezcla con vodka y mango y un toque de sal. Caen las horas sin besos, sólo palabras que fluyen tranquilas.

Al sonar de las campanadas, las cosas no quedan muy claras, pero la paz interna es invaluable y sólo se lograba enfrentando miradas. No se quedan con hubieras, es mejor agotar las posibilidades y matar las dudas.