miércoles, 29 de febrero de 2012




IDEM, IBIDEM

Este sábado 25 de febrero de 20120 logré ver materializarse el inicio de uno de mis mayores sueños: convertirme en escritor. Tuve la fortuna de participar en un concurso de cuento, mismo que califiqué entre los ganadores que, en conjunto, publicaríamos una antología. Pues bien, este sábado fue la presentación del libro en, nada más y nada menos que, la Feria Internacional del Libro de Palacio de Minería, un evento sumamente trascendental y significativo para mí. Me parece que esta FIL es la más importante después de la FIL de Guadalajara. 

Siempre dije que tendría que publicar algo antes de mis 30, pero jamás pensé que me llegara tan rápido y de manera tan inesperada. Fue un proceso de algunos meses, pero no tantos. Un concurso que constaba de 3 etapas, cada una de ellas requería un cuento nuevo, por lo que el reto se presentaba mayor para mí. Finalmente, luego de varias discusiones con mi creatividad y reclamos a las musas, se presentó la idea que sirvió para desarrollar el cuento que está publicado en la 3ra Antología Caligrama de cuentos de horror, fantasía y ciencia ficción. 

Una semana antes de su presentación me enteré que sería en la FILPM (FIL de Palacio de Minería), cosa que me provocó una emoción mezclada con nervioso pero, principalmente, ansias. Sin embargo, aún con todos estos sentimientos instantáneos, el resto de la semana no sentía nada, es decir, no terminaba de sentir que fuera real. Fui ecuánime hasta el viernes por la noche en que aún no tenía las palabras que diría durante la presentación. Tenía una remota idea de un par de líneas, el resto estaba en blanco. Se parece a ese sentimiento sobrecogedor de pararse frente a un bastidor completamente en blanco, sí, esa "nada" que asusta y paraliza hasta el más valiente. 

Estando en presidio, ya cuando mis compañeros autores habían empezado con sus palabras, fue que me llegó la inspiración (maldita impuntual, aunque más vale tarde que nunca), y las palabras fluyeron de manera natural, casi como si tuviera toda la práctica del mundo en esto. Fue fascinante la experiencia de presentar una obra (aunque fuera dentro de una antología), me ayudo a creer en mí, mi talento, mi capacidad de crear historias capaces de despertar. Despertó el gran reto hacia conmigo de terminar esas novelas iniciadas que tengo guardadas en un cajón, empolvándose, olvidándose. 

Se encendieron en mi interior todas esas espinas clavadas creando una gigante llama que intenta desesperadamente consumirme para después resurgir de las cenizas como un escritor y no como un financiero burócrata que se queja diario del sistema corrupto del que forma parte. 

Me queda claro que ya no puedo renunciar a seguir escribiendo. Ya no puedo huir a las letras que navegan por mis venas. Ya no puedo obviar esta oportunidad. Hoy, más que nunca, debo escribir.