lunes, 6 de septiembre de 2010





Contradicción, por reducción el absurdo.


¿Cómo explicar lo inexplicable? Aquella sensación de saberlo pero sin poder enumerar respuestas amarradas al lápiz. Un cruce de miradas despertó la curiosidad, más allá de eso, materializó un sueño. Un paso veloz pero bien definido, aferrado al suelo aunque rosando el cielo. Sutil línea que divide entre realidad y fantasía, ¿Dónde estaré pisando? Y sin aviso, ni previa notificación, llegó a estremecer mi mundo. Los pedazos no cayeron lejos del manzano, y los cristales reflejan el brillo del sol. Aquí hay verde entre azul y tiempo infinito, columpiando sobre trigales violáceos sin razón aparente de ser.

Las proporciones no guardadas, pero si inversamente equitativas a las palabras que se dicen de frente, aunque algunas se las coman las paredes, y otras las almohadas. Sin marcas al tiempo, se entregan los versos, endecasílabos y dodecaedros, en realidad sin métrica ni geometría.

Mancharse las manos y borrar las líneas para reescribir historias, aunque en realidad ya estaba escrito, lo ratifica el oráculo de Efeso. Trazos desde el ombligo, que trepan por el pecho para enaltecer el corazón, llegando a la garganta y llenar de palabras, luego terminar en la cabeza para coronar las circunstancias.

Un silencio que no cesa, lleno de posibilidades que se tejen forrado de acero, indestructible situación, bajando los pasillos, después de las escaleras la salida, y saturar el vació eterno de un futuro con final feliz.



[fotografía: Sylwana Zybura a.k.a. Madame Peripetie]