

"Homicida de Historias" (fragmento)
No tiene mucho sentido ya seguir en la ridiculez en que se ha convertido mi vida, la condena inesperada por pecados que aún desconozco.
No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero.
Ya no quiero seguir vivir así, con ruedas por piernas, la invalidez vergonzosa y humillante de no poder subirme los pantalones, necesitar de alguien para atar mi agujetas y tener siempre compañía para ir al baño, solo falta que hasta la cola me limpien para ser realmente la inútil porquería que estuve a punto de ser.
Me duelen las veces, los hubieras que resuenan entres mis sienes, ya no soporto la jaqueca del recuerdo que taladra el presente y maldice mi futuro cercano. Por que todo se ha acabado, la soledad me ató a la incapacidad, ella y sus celos asesinos. La odio.
Estoy cansado de no ver lo que hay detrás de las lágrimas, pero aunque intento, mis ojos parecen averiados, quizá necesiten plomero que repare la fuga. Ya hay manchas en mis mejillas, los surcos de ríos que han nacido un par de semanas atrás y no termina todavía la temporada de lluvia.
Que maldita infelicidad acaba de invadir mi casa, cuando pensé por fin ver salir el sol y florecer el jardín, hoy ataca envidiosa de la paz que habitaba mi habitación. Desgraciada ponzoñosa, carcomiendo los ladrillos, devastando mi familia.
Pero llegará el día en que me toque tirar los dados, y que se cuiden si me caen dos tres, doble turno entonces, contra ataque sin misericordia.
Plástica relación.
Exfoliación del alma, y al cajón los vagos sentimientos,
Palabras de frente, sin evasión,
Depilación de un roto corazón descolorido,
Comunicación de una vía, soliloquio lúgubre,
Réquiem a las paredes blancas con manchas de humedad.
Sonrisa falsa, cirugía mal lograda,
Y uñas postizas para despedazar vidas ajenas,
Escorpión inofensivo, mujer asesina,
La predecible manipulación de las palabras,
Par donde uno gana, otro pierde.
Colmada la paciencia se toman las armas,
Revolución del perdedor, cansado de lo mismo,
Llega la hora del rojo, el alto total,
Por escudo cualquier ventana quebrada,
Y un refugio fuera de casa.
Manchas en el rostro ojeroso,
Lápiz labial gastado, rímel corrido,
Ruegos que no convencen más,
Y se cierra la puerta tras sus pasos,
Las maletas ausentes en el armario.
Estiramiento del rostro, hilos rusos a la cama,
Un final esperado, provocado,
Cada cual por su lado,
Sus parafilias, complejos y fobias,
Un poco de anestesia para los ojos.
Si sólo fuera lo que pudo haber sido, entre posibilidades de hubieras que remotamente asemejan lo que es por ley y al presente hoy. La diversificación de historias, latentes y perenes, en orden jerárquico por prioridades y después en orden alfabético. Contemos nueces a la canasta, mezcladas con olor a quizás, entre matorrales de efectos que corresponden a cada acción.
Vaga por ahí aventurero en busca de letras que el viento se ha llevado, esas que ningún oído ha capturado o, quizá, aquellas que han dejado ir por el otro oído. Anda cazando con una cazuela, a veces con una red. Las atrapa y las colecciona en cajitas de madera. Las junta, las pega, las reúne, las empareja, las deshace, las rehace, las dibuja, las colorea, las etiqueta, las mezcla hasta encontrar la receta perfecta que produzca sonido galante y armonioso, aquel placentero para los demás.
Las busca aquí y allá, flotando en la inercia que las lleva al cementerio de las letras, es ahí donde mueren a la eternidad, destinadas a ser olvidadas.
Ya que ha dado con la combinación exacta, entonces las pega al papel, de ahí no se irán y nunca morirán. Serán recordadas, inmortalizadas.
Sin casa y sin reino, andador que siempre encuentra casa debajo de cualquier árbol, la comida se lo dan los mismos. No obedece rey, no conoce territorios, todo es uno, y este uno lo es todo.
Cuatro reyes que gobiernan Wonderland, al norte, al sur, al este y al oeste, cual cliché, cual historia típica y predecible. Los corazones, los tréboles, las espadas y los diamantes. Al rojo y al negro. Papelitos que ha corroído el tiempo. Viejos gobernadores de tierras esparcidos al viento.
Su séquito enumerado, las esposas, bufones y los demás. Todos al castillo, disponibilidad absoluta a placer de los soberanos.
Poco trabajo, mucho juego, que si el té, el criquet, el paseo, la merienda, luego la cena, las compras, las fiestas. ¿Suena familiar?
Noticia de último momento: El rey de tréboles ha fallecido en su cama anoche. Un ataque al corazón se declaró, pero parece sospechoso el par de labios pintados sobre su frente.
3 kings remaining.